miércoles, 10 de febrero de 2010

La ausencia inacabada

Querida Eloísa;

Desde que,te fuiste de esta orilla de mi corazón, todo está anegado con escaparate de tu ausencia. Escribo tu nombre porque, en sus sílabas, reconforto a mi consuelo.

No hay nada ni nadie, que se parezca a ti, en este ámbito donde abrazo a tu silencio.


Sé de sobras, que, fue la distancia, la que te robó de mi entorno, con un adiós que, selló nuestros labios, con el beso interminable de la despedida.

El tiempo sin tu reloj, parece que no tiene prisa y, quiere devorarme, con su letargo de las horas.Todo está como, como enmudecido sin ese clamor sonoro de tus divinas palabras. Tus días de risa con esa primavera que, celebramos, cuando los almendros estaban en flor.

Mis ojos se inundan de tristeza, en su cauce de lágrimas que, a veces asoman de improvisa, sin poder reprimirla
s.

Te echo, cada vez más en falta y, mis manos son como la hiedra, queriendo enredarse en tu luz, en esta oscuridad que me tiene a solas con tu sombra.Sin tu regazo,
vivo el desamparo y, me falta esa cabecera de tu vida, para sostener a mi esperanza.

Te fuiste, querida mía Eloísa, atravesando el puente incierto de otros cardinales y con otra brújula. No te reprocho ni te inculpo por ello, porque sé que, tarde o temprano, volverás a ser lo que fuiste en toda mi ocasión, derrotando a ese olvido que, siempre acecha y el recuerdo lo derrota.


Querida como ninguna, Eloísa, mis noches sin tí, están como huérfanas y con un suspiro de estrellas.

Trasnochado asomo a tu lucero en ese enclave de entonces.....¿ Te acuerdas Eloísa ? Cuántas veces frecuentamos a su ruta, con un viaje de ida y vuelta . Ciegos por la pasión y el anhelo desenfrenado de lujuria celestial. Paraíso de aquel tiempo, sin la mirada de nadie, sólo el pulso de nuestro respiro y, el tálamo improvisado de la intemperie....

Todo eso y mucho más..., que nadie sabe a parte de tu corazón y el mío. Secreto compartido que atesoró nuestro destino y consolidó este romance, aunque ahora, de tu ausencia soy cautivo.Sé que volverás en cuanto puedas hacerlo, con todo tu esplendor de antaño y esa rosa de tu primavera.

Te esperaré en los andenes de esta soledad que, se multiplica sin tu comparecencia y, que en su nombre que es el mío, yo te reclamo para siempre, en este puerto de tu ausencia varada.

Toda tú, con tu plenitud de siempre, volverás a hacer tus maleta, pero, esta vez de regreso hacía mí, a este feudo que, se derrumba sin la columna o pórtico de tu sentimiento.


Pilar de tu agua cristalina que remansa a toda mi ardiente sed y, sube con tu gloria, por la fragua de mi alma.


Todo tuyo, ahora y para siempre, de éste que, te quiere como a ninguna y, sin límit
e del tiempo.

Romeo del Sur




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