miércoles, 10 de febrero de 2010

Querido Alejandro

En estos momentos son casi las doce del mediodía de San Valentín. Día esperado por lo que significa. Nuestra unión como pareja cumple su cuarto aniversario. En esta fiesta que por tantas razones nos toca el corazón.

Me he atrevido a escribirte un pequeño poema que ahora deslizaré en el bolsillo de tu chaqueta, intentando con él agradarte y ponerle una pequeña sorpresa a las primeras horas de este día.

Te beso y me besas.

Cuando te beso me besas,

cuando me besas, te beso.

Saltan de la boca que besa y beso

ramilletes crecidos,

plenos de besos.

Saltimbanquis en boca,

que besa y beso.

Si me besas, te beso

si te beso, me besas.

Deshojamos los labios

prietos de besos.

Y en los revoloteos,

de tus besos y mis besos,

los besos furtivos.

Hoy, hoy están presos.

De MARISOL para ALEJANDRO. Un beso.

Alejandro en la tarea de buscar tu americana en el armario con el propósito de sorprenderte con el hallazgo de mi pequeño poema, me ha “sorprendido el hallazgo” de un pequeño libro nuevo y desconocido para mí. Tanto su cubierta como su existencia son una novedad. Sus hojas, algunas aún en blanco, me revelan que no es otra cosa que un diario. Posiblemente tuyo. Aún no puedo salir del asombro al imaginarte, ensimismado, intentando llenar sus páginas níveas y retadoras, con frases y pensamientos personales.

Efectivamente, observo tu caligrafía con emoción primera y me dejo llevar por la curiosidad. Mis ojos recorren con avidez los párrafos de las primeras páginas uno tras otro.

Marisol, me figuro que acabas de encontrar tu regalo de aniversario, yo te he imaginado muchas veces, mientras lo escribía, ilusionada con su lectura, eso me ha dado inspiración para hacerlo.

Sabes lo poco acostumbrado que estoy a mostrar mis sentimientos de forma hablada o escrita y reconozco la importancia que tiene para ti el que yo de este paso. Lo voy a hacer en un intento de acercarme un poquito más a tu esencia. A pesar de mi torpeza oral y de la falta de tiempo para escribirte unos poemas. Aquí estoy intentando responderte a mi manera, a lo que tantas veces me has preguntado. ¿Cómo definiría yo el amor?

Para mí el amor es adolescente, algo inmaduro y excitable. Una mezcla de confusión y arrebato. No conoce edad ni condición social. Actúa desde la niñez y jamás aprende. Nos amamos una y otra vez puramente, erróneamente e ignorantemente.

No existen “mentes” privilegiadas para el amor, ni cargadas de un sentido común extraordinario. Ni mentes racionales que se puedan echar a la espalda el amor. Ni el más platónico. “Así comenzó el nuestro, te recuerdo”.

Si los que se enamoran son los demás a veces vemos en ellos producirse este amor. Como tampoco les avisa, les sorprende por lo novedoso, como nos ocurrió a ti y a mí Marisol, quizá por eso se tarde tanto en ponerle palabras a lo que se siente. A lo que sentíamos.

Tu y yo no podíamos imaginar que una forma de amar aparentemente “insulsa” y poco “sensual”, como aparenta el amor platónico, cuando llega sea tan fuerte como cualquier otra, ni que al hacerse patente su huella, sea tan imborrable como el amor más carnal y pasional. Nosotros pudimos experimentar muchas emociones platónicas llenas de realismo, en esa primera etapa, donde nada conocíamos el uno del otro.

En el amor, por lo general a los enamorados se nos mira desde el exterior con desconfianza y algo de crítica burlona. “Mira éste o ésta que colgado está por ese o aquella. Más parece un crio encaprichado que una persona con sentido común”. Que es el menos común de los sentidos. Dicho sea de paso.

Sentido común, quien lo necesita para amar, por otro lado imprescindible. Como nos empeñemos en alguien… en sus ojos… en sus palabras… en su sonrisa, o en su lo que sea que de ella/él nos guste…, este sentido común dejará de serlo, aunque más adelante encienda las alarmas. Saltar saltará.

El freno para frenar el dolor que el amor nos ocasiona, no siempre tiene el líquido a su nivel y nos lleva a la desesperación del frenazo, con su desilusión más genuina y básica en el chasis. Por muy maduros o mayores que seamos, o nos sintamos. Si Cupido no alcanza de lleno a nuestro amado/a, en el centro de su corazón, sin él estamos perdidos. Se nos cierran las puertas y ventanas del mundo. Las luces de nuestro alrededor parecen apagarse todas a la vez. Y solo vislumbramos en nuestra escena habitual, la obscuridad. “Afortunadamente no es nuestro caso Marisol.”

Un abandono sentido así, solo es comparable al que manifiestan los niños en su infancia por parte de alguno de sus progenitores.

Del amor lo esperamos todo, sinceramente. Nosotros como todos, deseamos que sea correspondido. Que ella/el vea por sus ojos. Oiga por sus oídos y sienta sus mismas emociones. Sin olvidar… pasión por el mismo deporte. Y a ser posible equipo, las compras, el mismo placer X, las mismas comidas etc.…etc.… Así, nos vamos poniendo la barrera, el obstáculo difícil saltar. Y no lo hacemos una única o primera vez por inexperiencia; todo lo contrario. Estas son las expectativas más vitales y las queremos ver cumplidas a lo largo de la vida.

Marisol, con amigos y conocidos ante sus confidencias, todos somos críticos de sus conductas” porque caen en ellas claramente” les decimos sin pudor. La venda es tan espesa, que no deja entrar luz, ni en los propios ojos.

¿Marisol con la edad qué aprende el amor? Creemos y esperamos que lo debiera saber todo. Esto también ocurre cuando le pasa al vecino, al tendero, a la modista o, a venerables ancianos/as. Un nuevo” a mí esto no me afecta” aparece.

Cuando nos enamoráramos y nos dejamos herir por la flecha envenenada errónea, que Cupido aleatoriamente, con los ojos vendados nos lanza, damos pena. “No sé si mi sincera opinión te está sorprendiendo, no es fácil para mí plasmarla en el papel; pero te aseguro que hablarlo de tu a tu me resultaba imposible. Deseo llegar a ti a través de mis sencillas palabras escritas”.

Cuando por vez primera se comprueba la verdadera fuerza del amor, . “Nosotros tenemos esa fortuna” , ¡es fenomenal! Pero como equivocado creas que conoces la pasión, y erróneamente, anteriores amores no la hayan despertado en ti a lo largo de la vida. Quizá ese día, tu amada/o te está ayudando a soplar las velas de tu noventa cumpleaños, o te hallas olvidado.

“Cariño, te confieso ilusionado que hasta ahora el desánimo no nos ha acompañado, ni la duda, ni la infelicidad”.

El secreto del amor solo el amor lo conoce. O quizá, ni el propio amor se haga del todo a la idea de cuál es su verdadera magnitud. Ni de la explosión que su carga supone y mucho menos los daños colaterales que esta detonación consigue, cuando pertinaces, se intercalan alegría y apatía.

Si el amado/a, no acude a la cita deseada, o lo hace, lo que nos hemos empeñado en llamar, con desapasionamiento, que viene a ser falta del mismo interés que nosotros hemos puesto, desasosiego en la voz, silencios, sequedad de garganta. Bien debido a timidez en la adolescencia, o a edades avanzadas, a pesar del aspecto juvenil y cuidado. Cuidado…Son muchos los símbolos y símbolos a interpretar, Marisol, es mucha la gimnasia mental que nos pide el amor; así y todo inocentes, se lo proporcionamos.

Equivocarse de forma continúa en tanta interpretación es inevitable. Se ensombrecen los colores de las mismas y se apagan. Van a ahogarse al fondo de unas aguas donde nuestra “imagen más querida” no se nos refleja. En cambio, la que nos ofrece la trasparencia de los mares, igual es nuestra cara más real, y a la vez desconocida.

Tú y yo a nuestros ojos, mares en calma, les revelamos la pureza de nuestras almas en cada mirada.

Tanta agitación como el enamoramiento produce, hace que seamos cocteleras de alto contenido peligroso. Esta mezcla de sensaciones: marea, agacha, aturde, disfraza, manipula la razón y la vergüenza. La poca y la mucha, es igual.

Para acertar en el amor, desde luego que se necesita algo más que amor. ¿Pero qué? Juventud, dinero, corazón, talento, trastorno, pasión, sorpresa, salud, emoción, experiencia, una canción, un Premio Planeta, un Premio Nobel, la belleza de Brad Pitt y Angelina Jolie juntas, un cerebro privilegiado, una cartera de acciones, una pinacoteca en Madrid, una casita en la luna, aunque sea de papel…

Marisol no lo sé, solo puedo decirte, que en este momento, intento ahondar más en la comprensión de las cosas que a los dos nos afectan. Me atrevo a conocerte más cada día, a pagar el precio que sea necesario para merecer tu confianza, a escucharte, a tener las manos abiertas y tendidas, a liberar mi ternura, a soñar a lo grande, A SORPRENDERTE. Un beso.

Cala

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